¿Te preocupa tu estado espiritual?
Esta preocupación es muy común, de hecho es que en una encuesta reciente, más del 50% de los entrevistados admitieron preocupación por su estado espiritual. Muchos de ellos ni siquiera creían en Dios, sin embargo su estado espiritual les era importante. A pesar de que el concepto general de la palabra espiritualidad puede diferir según la persona, se entiende por espiritualidad ese vínculo entre el ser humano y Dios.
Si te miras en un espejo, tu cuerpo material se verá reflejado en él. Sin embargo es obvio que existe también un aspecto inmaterial que no se puede ver. Éste incluye tu alma, espíritu, conciencia, mente o voluntad. Un difunto, por ejemplo, tiene cuerpo físico pero carece de ese aspecto inmaterial.
Generalmente, cuando hablamos de estado espiritual pensamos en el estado de nuestro interior. Buscamos paz interior, felicidad o sentirnos realizados. Ayudar al prójimo o aprender a relajarnos son algunas de las muchas propuestas para alcanzar un estado espiritual complaciente o dar razón a nuestra existencia. Si te fijas, todas tienen algo en común: Se basan en lo que uno mismo puede hacer para reparar ese vínculo entre el ser humano y Dios.
¿Es esa la solución? No. Si así fuese ¿cuánto habría que hacer para alcanzar ese nivel espiritual satisfactorio? Nadie puede decir.
Lo que la gente no llega a comprender es que se intenta ganar mediante el esfuerzo aquello que ya se ha ganado. Deja que te explique:
En primer lugar pregúntate “¿Por qué te preocupa tu estado espiritual?” La respuesta es sencilla: Está roto, no es lo que debería ser. Y esta es la explicación: Dios creó al hombre en perfecta comunión con Él, pero cuando el hombre desobedeció, ese vínculo perfecto se rompió. Desde ese momento el ser humano ha intentado rehacer esa relación de muchas maneras sin conseguirlo.
Sin embargo, Dios no abandonó al hombre a su suerte, sino que proveyó una solución al problema, un camino para recuperar esa relación.
Es importante entender que la santidad de Dios no tolera la presencia de maldad, por lo tanto para poder acercarte a Él, debes ser libre de maldad. Es decir, por mucha relajación que hagas o amor al prójimo que muestres, si tienes algo de maldad (la Biblia lo llama pecado) no podrás estar en su presencia. Fíjate que no importa la cantidad de pecado: Adán y Eva sólo comieron del fruto prohibido y la relación se rompió inmediatamente.
Entonces: “¿Cómo puedo librarme del pecado?”
Hace dos mil años Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre y nació de una virgen en Belén. Siendo Jesús, Dios hecho hombre vivió una vida santa, sin pecado. Él fue el que dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6)
Cuando Jesús fue crucificado injustamente en la cruz lo hizo como un regalo a la humanidad. Él es santo y está dispuesto a darte su santidad a cambio de tu pecado.
“Al que no conoció pecado (Jesús), por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
(2 Corintios 5:21)
En otras palabras, Jesús fue hecho pecado por ti, para que tu puedas ser hecho justo en Jesús delante de Dios.
Entonces ¿Cómo puedes estar en Jesús? La respuesta es sencilla.
“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31)
No hay nada que puedas hacer para reparar ese vínculo porque lo que se tenía que hacer ya lo hizo Jesús en la cruz. Lo único que queda es “creer en el Señor Jesucristo.”
¿Te preocupa tu estado espiritual? La solución es sencilla: Cree.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
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