Buscando dirección
Por el pastor Josep Segurado
¿Alguna vez has necesitado direcciones? Quizás estabas en el aeropuerto buscando la puerta de embarque, o quizás en medio de una ciudad desconocida para ti y con necesidad de llegar a un lugar concreto. Queramos reconocerlo o no, frecuentemente todos nosotros necesitamos dirección. Los hombres son famosos por no querer preguntar y muchos se resisten a inquirir por orgullo propio. Y si a menudo necesitamos dirección física ¿cuánto más dirección espiritual? El rey David, también era un hombre necesitado de dirección y no tenía reparo en reconocerlo. A lo largo de su vida vemos como consultaba a Dios y a Sus profetas antes de tomar una decisión. El salmo 25 es un buen ejemplo de ello. En este precioso Salmo encontramos su condición, su necesidad, y su confianza.
Su condición. En el Sermón del Monte, el Señor Jesucristo enseñó las famosas bienaventuranzas y en ellas Jesús dibujó el verdadero carácter del creyente. La primera bienaventuranza nos habla de la humildad como fundamento a las que la siguen: “Bienaventurados los pobres en espíritu” (Mateo 5:3). Humildad es reconocer nuestras limitaciones y debilidades y actuar en consecuencia. Es por eso que muchos hombres no quieren pedir direcciones… hiere su orgullo y no quieren reconocer su necesidad. El rey David, estaba necesitado de dirección, pero antes de mostrar su necesidad tiene que reconocer su condición de pecador. El versículo 7 dice: “De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes.” y más adelante en el 11 añade: “Por amor a tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande.” Para poder esperar recibir respuesta a su necesidad, David reconoce su pecado y se humilla ante Dios. Su confesión no coge por sorpresa a Dios pero sí debe sobreponerse al orgullo de David. Nuestra condición es también conocida por Dios, pero a menudo queremos respuesta a nuestra necesidad sin tener que tragarnos el orgullo.
Su necesidad. A lo largo del salmo 25 vemos como David ora a Dios pidiendo dirección. Los versículos 4, 5, 8, 9, 10, 12, 14 y 15 son muestra de ello. Lee el versículo 4: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas.” No hay mejor lugar donde estar que en la voluntad de Dios. Cuando tomamos decisiones debemos siempre tener en cuenta la voluntad de Dios para nuestra vida. Nuestra oración debe elevarse al cielo en busca de esa dirección. Pero eso no basta, pues cuando el Señor nos muestra Su voluntad, debemos estar dispuestos a seguirla. ¡Incluso después de preguntar por direcciones, es posible que algo en el interior se resista a seguir las indicaciones! Las sendas de Dios no siempre son de nuestro agrado, ni las más fáciles, pero siempre son las mejores. Al leer los versículos 8 al 10 vemos que Dios guía a aquellos que reconocen su pecado, que son humildes, mansos y guardan su pacto y testimonios. No es sólo reconocer nuestra condición, es permanecer en nuestra humildad y seguir el camino mostrado.
Su confianza. David tenía plena confianza en Dios, no sólo para ser perdonado sino para ser guiado y protegido. David tenía en gran estima el nombre de Dios y el guardar sus mandamientos y por eso podía decir con confianza: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto.” (Salmo 25:14)
El temor de Dios es guardar reverentemente Sus mandamientos, obedeciéndole con humildad y amor. Como creyentes tenemos a nuestra disposición la guía de Aquel que es Omnisciente y quiere lo mejor para nosotros, pero no debemos ni podemos olvidar nuestra condición ni constante necesidad.
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