Imitadores de Dios
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5:1)
¡Imitadores de Dios! ¿Te has detenido a pensar lo que realmente significan las primeras palabras del capítulo 5 de Efesios? Si lo haces por un momento, te darás cuenta que expresan de manera concisa, la esencia de la vida cristiana. Todo cristiano recibe el llamado de imitar a Dios, y ese ha sido, es y debe seguir siendo el objetivo de la Iglesia Bautista Bona Nova. ¿Pero cómo podemos imitar a Dios?
Hechos para imitar
Seguramente todos recordemos la historia de Peter Pan, el niño que no quería crecer. Si recuerdas la historia (o la película) una de las peculiaridades de Peter es que su sombra no seguía los movimientos de su cuerpo sino que actuaba de forma independiente… ¡y eso es raro! ¿No está la sombra siempre unida a la persona? ¿No hace exactamente sus mismos movimientos? ¿No sigue a donde va? Si en la vida real se escuchase de un caso así, seguro que habría una larga fila de científicos haciendo cola para investigar tal fenómeno. De manera similar el creyente es llamado a ser esa sombra de Jesús, a imitar Sus movimientos, a ir a donde Él va, a pensar como Él piensa. De otro modo, y al igual que la sombra con voluntad propia de Peter Pan, sería raro.
¿Imitando a quién?
Si Jesús hizo las obras del Padre (Juan 10) y nosotros imitamos a Cristo (1 Corintios 11:1) estaremos a su vez imitando a Dios. ¿Y no es eso maravilloso? Dios nos ha dado en Cristo un ejemplo claro a seguir.
El problema es que al igual que la sombra de Peter Pan, estamos acostumbrados a actuar por nuestra cuenta. De hecho, esa es nuestra inclinación natural y humana: Queremos ser independientes, satisfacer nuestros deseos, cumplir nuestras metas, agradar a nuestro corazón (eso sí, en el nombre y para la gloria de Dios). Todo ello tiene apariencia de normalidad y nos cubre de un envoltorio atractivo y brillante… pero al empezar a abrir el paquete nos damos cuenta que estamos huecos y vacíos y nada de ello satisface. Del mismo modo que era raro que la sombra de Peter Pan tuviese voluntad propia y no le siguiera, también es raro que el creyente actúe por voluntad propia y no siga las pisadas del Maestro, porque no fuimos creados para ser originales sino para imitar.
Creados para imitar
La primera palabra que encontramos en Efesios 5:1 es el verbo “sed” (presente e imperativo). La imitación de Dios no es una opción sino un mandamiento. Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26) y todo lo que creó (incluyendo el hombre) era bueno en gran manera, y creado para la gloria de Dios (Isaías 43:7). En otras palabras, todo lo que creó era reflejo Su gloria, como si de un espejo se tratase. ¿Y no ocurre lo mismo con el espejo y la sombra? El espejo refleja exactamente el objeto o persona frente a él. Pero si un espejo no da una imagen clara es desechado, pues no produce el efecto deseado, es disfuncional. Del mismo modo, cuando el creyente decide vivir por aquello para lo que no fue creado se convierte en disfuncional.
Pregúntate a ti mismo…
Ahora bien, ¿se puede decir de nosotros que estemos imitando a Dios? Hay quienes se atreverían a afirmarlo, pues van a la iglesia, leen la Biblia y oran antes de cada comida, y además, para demostrar su espiritualidad ante todos, tienen un repertorio de palabras espirituales en la punta de su lengua listas para ser pronunciadas… y con ello ya tienen su conciencia tranquila y están satisfechos. Pero lo cierto es que aunque sea doloroso, y dejamos nuestro orgullo de lado, si somos realmente sinceros, tendremos que responder que no lo hacemos como deberíamos… ¡y eso es bueno! porque al admitir nuestra falta y nuestra necesidad estaremos más que dispuestos a buscar la ayuda y sujetarnos a Aquel que sí puede y nos capacita para poder imitar y vivir la vida cristiana, Su vida (Filipenses 2:13) pues Él vive en nosotros.
El secreto está en reconocer nuestra unión con Cristo. Efesios 5:1 dice: “Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos amados”.
Poder para imitar
Es imperativo imitar a Dios porque ya somos hijos amados. Esta expresión es muy similar al testimonio que Dios dio acerca de Jesús en ocasión de Su bautismo: “Este es mi Hijo amado” (Mateo 3:17) ¿Y por qué somos hijos amados? ¡Porque el Amado vive en nosotros! (Efesios 1:6) El secreto de una vida cristiana victoriosa es reconocer nuestra unión con Cristo. El mismo libro de Efesios enfatiza de manera relevante nuestra posición en Cristo y lo que somos: Uno con Cristo.
Entonces ¿cómo podría alguien que es uno con Cristo vivir independientemente a esa Persona con la que está unido? ¿no sería raro? Reconociendo esta verdad, la Iglesia Bautista Bona Nova no quiere ser rara para Dios sino para el mundo. Como hijos amados, nos esforzamos, no en nuestras fuerzas, sino en el poder de Dios, en vivir una vida agradable a Dios, imitando su amor, carácter, acciones y sobretodo santidad. Esa es nuestra razón de ser y nuestro deseo: Reconocer nuestra posición en Cristo para imitar a nuestro Dios.
Queremos dar gracias a Dios por estos 5 años donde Dios ha obrado sin cesar en nuestro débil corazón y oramos para que así lo siga haciendo, animando y exhortándonos unos a otros a imitarle, para ser cada día más como Él es, y todo ello para la gloria de Dios.
Leave a Reply