El empezar
Este es un día especial. No una festividad, ni un día marcado en el calendario común. No; para muchos este día será un domingo más, uno de aquellos en los que no sucede nada relevante. Pero para un pequeño grupo personas es un día especial. Hace ya casi un año, en una cafetería en el centro de Tarragona empezamos a reunirnos para compartir la Palabra y juntos, como hermanos en Cristo, adorar a Dios. Ese miércoles, 2 de Noviembre del 2016, marcó el inicio de lo que hoy es la Iglesia Bautista Bona Nova.
Aunque apenas han transcurrido doce meses, nuestro pequeño grupo ha crecido no sólo en número sino también en Espíritu.
Es un día especial porque por la gracia de Dios, podemos inaugurar este local como centro de adoración y predicación. Sabemos que el local no son más que cuatro paredes y un techo, pero ¡cuán importante es poder disponer de un lugar donde recogernos cada semana y encontrarnos con los hermanos; un oasis en medio del desierto, una isla en medio del mar!
En la Biblia, la primera mención de la palabra iglesia la encontramos en las palabras de Cristo en Su respuesta a la afirmación del apóstol Pedro de que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
(Mateo 16:18) “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”
Este versículo no está diciendo que la iglesia iba a ser edificada sobre el liderazgo de Pedro (como algunos afirman) sino que la afirmación del apóstol, lo que finalmente llegó a entender acerca de Cristo, sería el fundamento de la iglesia: Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Me pregunto qué es lo que Pedro y los demás oyentes entendieron cuando escucharon la palabra “iglesia”. Desde luego que hoy, el público en general entiende esta palabra como ese edificio donde se reúne la gente para adorar a Dios, el templo cristiano, pero esa es una manera muy superflua de entender este término.
El origen de la palabra iglesia lo encontramos en el griego, ekklesia (ekklesia). Esta palabra está compuesta de dos partes: (1) El prefijo ek- que significa “fuera de” y (2) el verbo kalleo que significa “llamar.”
En Atenas, la ekklesia era la asamblea de los ciudadanos reunidos para discutir asuntos políticos, es decir aquellos “llamados fuera de la población general” para tomar decisiones políticas.
Cristo decidió también usar el término ekklesia, para referirse a un “grupo de personas llamados fuera de algo.” Nótese el uso del pronombre “mi” que Cristo usa para referirse a esa ekklesia, su ekklesia. Si es suya, entonces, es Él el que tiene el privilegio de marcar las pautas que deben caracterizar ese llamado.
Sabemos que Cristo vino a dar solución a un problema espiritual y no físico, así que podemos deducir con certeza que ese llamamiento implícito es también espiritual.
Esa es la idea que como cristianos debemos mantener siempre. Somos un grupo de personas que hemos sido llamadas fuera de un sistema controlado por el Diablo (Col. 1:13; 1 Ped. 2:9) a uno lleno de luz pura y perfecta. Ese no es un llamamiento superfluo, sino uno que debe impactar y afectar cada fibra de nuestro cuerpo hasta lo más profundo de nuestro ser.
Vivimos en un mundo que se opone a todo aquello por lo que Dios aboga, y esa realidad se hace cada vez más clara y patente.
Como iglesia y como cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:27) tenemos el mandato, obligación y necesidad de mantener puro ese llamamiento, de no amoldarnos a la “cultura” del mundo, ni de comprometer o pervertir aquellas verdades fundamentales que encontramos en las Escrituras.
Es con este objetivo que damos comienzo a la Iglesia Bautista Bona Nova, para que el que está en tinieblas pueda encontrar la luz, y para que el que haya encontrado en la luz, permanezca en la luz. Amén.