¿Estás bien amarrado a Cristo?
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no que nos deslicemos.” (Hebreos 2:1)
Quién no ha paseado alguna vez por un puerto? Observar las embarcaciones amarradas, escuchar el apacible sonido del agua, o ver el plácido vuelo de una gaviota solitaria son de la más gratificantes. Podemos observar todo tipo de embarcaciones, veleros, embarcaciones de pesca, lanchas de motor, yates o incluso pequeños botes neumáticos. Algunos son muy pequeños, y otros de gran tamaño; unos están pintados de colores discretos y otros, bueno, les falta una buena capa de pintura; y todos ellos están amarrados al muelle.
No es difícil entender, incluso para aquellos que no estamos familiarizados con las maneras náuticas, la importancia de amarrar bien un barco al muelle. Toda embarcación precisa ser sujetada al muelle de un modo u otro.
A pesar de la aparente calma y quietud de las aguas de un puerto, hay fuerzas casi invisibles para el ojo que arruinarían las embarcaciones si éstas no fuesen amarradas a un lugar fijo, seguro y estable.
Este amarre es la idea que se desprende del primer versículo del capítulo dos de Hebreos. El autor avisa del peligro de deslizarse espiritualmente si no ponemos diligencia, más diligencia en atender a las palabras de Cristo.
La palabra griega para “deslizarse”, es “pararreo” y aquí -de manera metafórica, significa “ser como un barco sin anclaje a la deriva, o descuidar gradualmente”.
A continuación, resaltaré algunas verdades.
El peligro está siempre presente. Sin importar la aparente calma del mar (provocada por la presencia de diques) el peligro siempre está presente. Una embarcación sin amarrar es una embarcación en peligro. El movimiento pausado pero constante de la marea, las pequeñas corrientes de agua o incluso el viento tienen la fuerza y persistencia suficientes como para arrastrar una embarcación, por grande que sea a su destrucción o perdición.
Todos están bajo ese peligro. No hay embarcación en el agua que esté a salvo de este poder sigiloso. Ya puede ser el Azzam 2 (uno de los yates más grandes del mundo) u una barquita de remos, mientras estén en el agua, todas están bajo la influencia del poder del mar, todas necesitan estar amarradas.
La falta de amarre no aparenta peligro inminente. ¿Qué pasa si suelto el amarre de un barco? Nada. Por lo menos al principio. Pero poco a poco, el barco se irá alejando de la seguridad del muelle y acercándose a las zonas con corrientes más fuertes y peligrosas, o quizás se acercará a otras embarcaciones hasta embestirlas. Un yate como el Azzam 2 ni se inmutaría por ser envestido por una pequeña embarcación neumática a la deriva, ¿pero y si fuera a la inversa?
Fíjate en algunos de los significados de la palabra deslizar: “Arrastrar algo con suavidad por una superficie” o “entregar algo con disimulo” o “ evolucionar paulatinamente hacia una determinada actividad, forma de ser, postura ideológica”
Date cuenta de las palabras suavidad, disimulo, y paulatinamente, las cuales indican movimientos sutiles, silenciosos y casi imperceptibles.
¡Ese es el peligro al que el autor de Hebreos llama la atención! El capítulo 1 de Hebreos describe al Hijo como mayor, mucho mayor que los ángeles, por lo tanto, si el mensaje de Dios mediante los ángeles fue importante, cuanto más lo será cuando Dios nos ha hablado mediante Su Hijo. Debemos amarrarnos a ese mensaje y a todo lo que ello implica en nuestra vida. No podemos descuidarlo ni prescindir de él, no sea que nos deslicemos.
Piensa en Demas (Col. 4:14; Filem. 1:24; 2 Tim. 4:10) un hermano que colaboró con la expansión del Evangelio con Pablo y Lucas, pero que el amor a este mundo hizo que se extraviara. ¿Qué crees que sucedió? Olvidó su amarre. ¿Estás tú amarrado a Cristo?
Pastor Josep Segurado
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